Pautas para la meditación al sol

Saludo al Sol- Eguzkiari Agurra

Amanecer del 5 de Julio de 2014 Balcón de Pilatos-Sierra de Urbasa

La megafonía portátil que llevamos es limitada en su alcance. Este guión de la ceremonia nos ayudará al desarrollo  ordenado y sincrónico de la ceremonia.

Guión ceremonial.

–        Apertura con txalaparta.

–        “Agur  Jauna” (Cancionero pag. 69)

–        “Gran Invocación” (Cancionero pag. 31) 

–        “Himno de la Alegría” (Cancionero pag. 72)

–        “Laudato sii, oh mi signore” (Cancionero pag. 81)

–        “Con un sonoro Canto”(Cancionero pag. 92)

–      Meditación solar. Arranca y finaliza con el toque de la txalaparta y de los cuernos.

–        “Estrella de eternidad”  (Cancionero pag. 93)

–        “Hegoak ebaki banizkio”  (Cancionero pag. 98)

–        “Que todos los seres encuentren dicha” (Cancionero pag. 71)

–        “Invocación Universal” (Cancionero pag. 32)

–        “Agur  Jauna”

–        Cierre con txalaparta.

Sugerencias para la meditación solar  

1-La búsqueda del centro. Cuanto más nos acercamos al sol con nuestro pensamiento, nuestra alma, nuestro corazón, nuestra voluntad, más nos aproximamos a Dios, pues el sol es la puerta, es el ojo de Dios en el plano físico que nos lleva a la Divinidad. El solo hecho de mirar al sol, nos acerca al centro del sistema solar, y nuestra conciencia se acerca a nuestro propio centro, por resonancia; y entonces encontramos la fuerza, la paz, la luz y la libertad. Sentiremos que entre el sol y nosotros empiezan a circular ondas que crean formas, colores, un mundo nuevo…

2-Captar los elementos sutiles contenidos en el sol. El sol es el origen y el padre de todas las cosas, de la materia. Concentrándonos en el sol podemos capturar los elementos necesarios en su pureza original para nuestro equilibrio y nuestra salud. Elevarse mediante el pensamiento hasta las regiones más sutiles, más delicadas del espacio y exponerse a todas esas corrientes. Así nuestra alma y nuestro espíritu captan lo que necesitan de esas sustancias etéricas…

3-Mirar al sol para parecérsele. El ser humano en el plano psíquico se identifica con lo que mira. Cuando miramos al sol, nuestra alma toma la forma del sol: se convierte en una esfera incandescente y luminosa. Es la misma ley mágica que entra en acción: mirando al sol, todo nuestro ser comienza a parecérsele, somos más luminosos, más cálidos, más vivificantes. Podemos dar algunas partículas de luz, de calor y de vida a la humanidad. A condición de mirarlo con mucho amor y mucha confianza.

4-Fortificar el lazo con la Divinidad en nosotros.  El sol ayuda a sentir la unidad universal, a sentirse uno con el Creador, con todas las entidades luminosas, los ángeles, arcángeles, las divinidades… y a acercarse rápidamente al Manantial.

5-Visitar el sol. Imaginaos que estáis en el sol y habláis con Él, que os toma en sus brazos, os revela secretos, os da su luz y que de vez en cuando enviáis algo de lo que habéis recibido al ser que está allá abajo mirando. Empezáis a sentir una gran expansión de conciencia, una paz celestial, y después se producen revelaciones. Así podéis desarrollar nuevas facultades, nuevos centros, comprender y penetrar las cosas convirtiéndoos poco a poco en seres excepcionales.

6-Exponerse al sol espiritual para hacer crecer los gérmenes escondidos en nuestra alma. Únicamente el calor del sol y su luz pueden despertar lo que Dios ha depositado en nosotros: las cualidades, las virtudes, los dones, los poderes mágicos, todos los esplendores. Cuando nos acerquemos al sol espiritual todas las semillas podrán crecer y dar sus frutos.. 

7-Encontrar la Trinidad en el sol… Para que nuestra trinidad alcance la santidad, debemos tomar al sol como modelo y tender hacia él a fin de que nuestro intelecto se impregne de su luz, nuestro corazón de su calor y nuestra voluntad de su vida y de su poder.

8-Ejercicio para desarrollar el aura. El aura es como una coraza que nos protege de las corrientes negativas y de los espíritus tenebrosos. Al mirar al sol vemos como se rodea a sí mismo de un aura de hermosos colores, diréis: “Yo también quiero rodearme de los más bellos colores: violeta, índigo, azul, verde, amarillo, naranja y rojo.” Y durante bastante tiempo os bañáis en esa luz, os imagináis que irradia y se extiende muy lejos hacia todas las criaturas y seres que contactan con nosotros hacia los cuales esparcen sus bendiciones.

Omraam Mikhaël Aïvanhov

Paneurritmia en el primer Llamado del Sol

 Textos  orientativos sobre la importancia de la meditación a la  salida del sol: 

Sobre el trabajo con el Sol. Comulgando con el Río de Vida*

(el eje diamantino del trabajo en la Escuela Divina)

Despunta el alba de un día de primavera.

El aire es puro y vivificante.

Toda la naturaleza espera expectante: pronto asomará en el horizonte el disco solar, radiante y luminoso.

También el discípulo se prepara para este momento mágico.

Sabe que, a través del Sol, va a irrumpir en el mundo físico, impetuoso y vibrante, el Río de Vida que fluye hasta nosotros desde el Trono del Altísimo (los primeros torbellinos de fuego divino, que se han vestido con la luz invisible, la luz crística -que es la música de los querubines, la armonía divina que mueve las esferas-, y que se han revestido después con la luz blanca incandescente solar, van a irrumpir ahora en el mundo físico trayendo su regalo divino de amor).

Sabe que con el primer rayo de Sol, van a empezar a derramarse generosamente, incondicionalmente, sobre todas las criaturas todas las bendiciones de luz, de calor y de vida que vienen de los mundos espirituales y divinos.

Y que va a manifestarse, una vez más, el gran milagro del Amor que se renueva todos los días, el del pan cotidiano que baja del Cielo y que se da en alimento a todas las criaturas.

Y, como es consciente de todo esto, se prepara, sosegadamente, serenamente, con un sentimiento de respeto sagrado.

Se concentra, poco a poco, suavemente, y está despierto, totalmente despierto, presente, conscientemente presente.

Y dispuesto a recibir este regalo del Creador con el corazón abierto, maravillado, lleno de amor y de gratitud.

La consciencia y el amor producen en él la vida intensa, aumentando su nivel de vibración.

El aparato receptor está preparado…

Cuando asoma el primer rayo de Sol, el discípulo sintoniza con él, abriéndole las puertas de par en par para que penetre y trabaje en su interior.

Y así sus células son santificadas, electrizadas, iluminadas, purificadas, armonizadas, lavadas, limpiadas, renovadas, resucitadas.

El cuerpo de gloria se está formando…

Se está preparando, poco a poco, un pequeño Sol en la Tierra: la manifestación activa y gloriosa de un nuevo Hijo de Dios.

*Síntesis operativa elaborada a partir de la Enseñanza del Maestro Omraam Mikhaël Aïvanhov

El Sol es un ser inteligente

Para que una máquina funcione hace falta que alguien la ponga en marcha. Nunca habéis visto que una máquina se ponga en marcha si no hay una energía, una inteligencia que provoque esta puesta en marcha. Porque, en cuanto hay una materia, hace falta que haya un espíritu que la anime. Por eso es una estupidez pensar que el Sol no es más que una bola de fuego incandescente. El Sol es una Tierra magnífica, habitada por las criaturas más evolucionadas que dirigen los planetas. Son las vibraciones de estas criaturas las que se transforman en el espacio en calor y en luz, pero en el mismo Sol reina una  temperatura extremadamente moderada. ¿Pero quién me creerá? Los niños, quizá. ¿Y los demás?… Pues bien, os aconsejo que vayáis a verificarlo. Por otra parte, incluso en el fuego viven unas entidades que se llaman salamandras, y son las más evolucionadas de todas las criaturas que viven en los elementos. Muchos Iniciados las han visto, han hablado con ellas y han recibido  unas revelaciones extraordinarias.

Omraam Mikhaël Aïvanhov

Cómo recibir los rayos de Sol

El discípulo debe tener claramente consciencia de que sin el Sol no puede hacer gran cosa; de que tiene necesidad de estar en contacto con este poder luminoso, cálido y vivificante, de comprenderlo, de recibirlo. Para recibirlo bien, debe amarlo, experimentar ante él un sentimiento sagrado, profundo, puro, y, finalmente, exponerse físicamente a su luz y a su calor.

Pero el discípulo que quiere conectarse con el Sol no debe tener en la cabeza preocupaciones susceptibles de comprometerle en otra parte; su corazón no debe estar ocupado aquí y allá, sino concentrado en el Sol. Finalmente, debe estar suficientemente bien dispuesto físicamente para permanecer por lo menos una hora ante el Sol, en un estado de vigilancia. Hay, pues, tres condiciones: liberar el pensamiento, liberar el corazón, y, finalmente, estar en buen estado físico. Entonces puede concentrarse para recibir estos rayos, que están vivos, que son poderosos, ricos, e imaginarse que los recoge en las células de su cerebro, y, sobre todo, en el plexo solar, que es como un depósito susceptible de contenerlos durante todo el tiempo que quiera, y del que podrá extraerlos después, a medida que lo necesite.

Concentrándoos cada mañana en los rayos del Sol, que contienen todo aquello que podéis necesitar, no sólo mejoráis vuestra salud, sino que purificáis vuestros sentimientos e ilumináis vuestros pensamientos. Pero lo que no debéis olvidar jamás es que las cosas actúan sobre vosotros según la forma en la que las consideréis. Si consideráis que son útiles, mágicas, poderosas, las amplificáis. Sois vosotros lo que, con vuestro pensamiento, con vuestras convicciones, tenéis una influencia decisiva; sí, mucho más importante que los objetos o las condiciones.

Si asistís a la salida del Sol con la certeza de que vais a restableceros, a purificaros, a renovaros, ¿por qué no iba a dar resultados? Puesto que la fe está ahí, puesto que el pensamiento está ahí, tendréis resultados.

Los rayos de Sol son unas partículas muy pequeñas, inteligentes, que penetran en el cerebro y ayudan al hombre a comprender la creación y las criaturas. Nosotros tenemos necesidad de estos rayos, son nuestros amigos. Así que, de ahora en adelante, preparaos a comprender al Sol, a recibirlo, hasta el momento en que venga a instalarse en vosotros y brille con todo su esplendor. Entonces os convertiréis en una divinidad, porque igual que los cuatro elementos obedecen al Sol, obedecerán al Sol en vosotros.

Cuanta más importancia le dais al Sol, más actúa éste sobre vosotros para transformaros. Puedo hablaros todos los días sobre este tema, porque toda mi vida he hecho del Sol el centro de mi existencia, de mis preocupaciones, y a él es a quien he tomado como modelo.

Omraam Mikhaël Aïvanhov

Ser conscientes y abrirse con amor

La mayoría de los humanos tienen con respecto al Sol la misma actitud que con respecto al alimento. No se preocupan de su forma de comer. Incluso se pasan la comida hablando, gesticulando, peleándose, y piensan que el organismo se encargará de recibir y de seleccionar los elementos necesarios para su buen funcionamiento. Y es verdad, el organismo se encarga de eso; pero, lo que no saben, es que el alimento contiene unas fuerzas y unos elementos sutiles venidos del espacio que únicamente una nutrición consciente nos puede permitir recibirlos. Estos elementos, que pertenecen al plano etérico, al plano astral, e incluso al plano mental, pueden ayudarnos a mejorar nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, y todo nuestro comportamiento. Sí, pero, una vez más, sólo si sabemos comer correctamente.

Y eso es exactamente también lo que se produce cuando asistimos a la salida de Sol. Si estáis sentados ahí, delante del Sol, ocupados en pensar en otra cosa, recibiréis siempre algunos beneficios físicos de su calor y de su luz, pero no recibiréis los elementos más sutiles que pueden ayudaros en vuestra evolución espiritual. Siendo consciente de que, a través de sus rayos, el Sol le transmite su vida, su amor, su sabiduría, su belleza, el discípulo se prepara a recibirlos, abre en sí mismo miles de puertas por las que estos rayos pueden entrar a depositar sus tesoros, y, de esta manera, llena todo su ser con los regalos que le envía el Sol.

Omraam Mikhaël Aïvanhov

Sintonizar con los rayos del Sol

Los humanos se pasan el tiempo quejándose de que les falta eso,  aquello. No, no les falta de nada, es en su consciencia donde les falta algo. Por eso, yo tengo un aparato emisor (se encuentra en las altas montañas) y, de vez en cuando, voy allí arriba con el pensamiento para decir al mundo entero: “Despertaos, despertaos, el Sol se levanta ya sobre el mundo. Habéis venido a la Tierra para hacer un trabajo gigantesco, para preparar el advenimiento del Reino de Dios.”

Cuando venís a la Roca, por la mañana, pensad que podéis captar estas ondas que el Sol os envía. En lugar de rumiar cada vez vuestros rencores y vuestros problemas mal resueltos, pensad en sintonizar con las estaciones celestiales, porque, si no, seguiréis siendo siempre el mismo pobre desgraciado que no ve provecho alguno en ir a contemplar la salida de Sol…

Debemos utilizar los aparatos que Dios nos ha dado para entrar en comunicación con el Sol, con los seres superiores a nosotros, armonizarnos con su longitud de onda, entrar en su aura, en su felicidad, en su luz, en su paz y, una vez que nos hemos reforzado junto a ellos, podemos permitirnos entrar en relación con los pobres humanos.

Omraam Mihkaël Aïvanhov

Beber la luz del Sol

Cuando Zaratustra le preguntó a Ahura Mazda cómo se alimentaba el primer hombre, éste le respondió: “Comía fuego y bebía luz.” ¿Por qué no aprendemos también nosotros a comer fuego y a beber luz para volver a la perfección del primer hombre?

Aprended a alimentaros de luz, porque detrás de esta luz se encuentran las más grandes bendiciones. Os sentiréis entonces tan ricos que empezaréis a amar a todas las criaturas.

Omraam Mikhaël Aïvanhov

Renovar la materia de nuestro ser

Estáis delante del Sol, que envía por todas partes en el espacio partículas luminosas de una gran pureza. ¿Quién os impide entonces concentraros para expulsar de vuestro organismo las viejas partículas que ya están gastadas, apagadas, y reemplazarlas con estas nuevas partículas que vienen del Sol? Éste es un ejercicio sumamente útil que podéis hacer en la salida de Sol. Con todo vuestro corazón, con toda vuestra alma, procuráis tomar estas partículas divinas y ponerlas dentro de vosotros; de esta manera, poco a poco, renovaréis completamente la materia de vuestro ser, pensaréis y actuaréis como hijos de Dios, gracias al Sol.

Omraam Mikhaël Aïvanhov

Alimentar el cerebro

El estómago se alimenta con materia sólida y líquida, los pulmones se alimentan con aire, y el cerebro se alimenta con luz. Diréis: “Sí, pero comiendo, bebiendo, también alimentamos al cerebro.” Es verdad, pero solamente su parte menos sutil. Porque el cerebro, que es un órgano jerarquizado, está constituido por varias zonas: unas contienen unos centros que nos permiten desenvolvernos en las realidades del mundo materia e intelectual, y otras contienen otros centros capaces de entrar en relación con las realidades del mundo espiritual, del mundo divino. Diréis: “Sí, claro, pero para reemplazar todas estas partículas harán falta quizá varios siglos.” No, podéis acelerar esta transformación con la intensidad de vuestro amor. Cuanto más amáis a la luz, más la atraéis a vosotros. 

Omraam Mikhaël Aïvanhov

El modelo solar

Tomo 28 de las Obras completas. “La Pedagogía iniciática”Cap.  X. 

Nada de lo que podáis hacer en la vida es tan importante como asistir a la salida del Sol, porque no hay ninguna actividad que sea capaz de transformaros tan profundamente.No me creéis, claro, pero es porque no sois conscientes del poder de los rayos del Sol: son capaces de reemplazar en vosotros todos los elementos impuros, gastados, tenebrosos, por elementos divinos. El día en que hayáis aprendido a recibir los rayos del Sol abriéndoos a ellos con todo vuestro corazón, sentiréis cómo trabajan en vosotros, cómo os vivifican, cómo os regeneran, y vuestros pensamientos, vuestros sentimientos, vuestras actividades, todo será diferente.[1]

En realidad, si la mayoría de los humanos, que son capaces de experimentar sensaciones formidables cuando comen, beben, o se abrazan, no experimentan nada ante el Sol, es porque todavía están demasiado bajo la influencia de su naturaleza inferior, que sólo reacciona a las sensaciones más groseras, mientras que los rayos del Sol, tan sutiles, pasan desapercibidos. Pero cuando el discípulo comienza a avanzar en el camino de la evolución se vuelve tan sensible a los rayos del Sol que se producen en él unos fenómenos extraordinarios: recibe revelaciones, vive arrebatos, estados celestiales. Los rayos del Sol pueden producir en vuestro corazón, en vuestra alma, fenómenos de la mayor importancia, pero depende de vosotros el vivir estos estados, y, para eso, debéis prepararos.

¿Y qué significa “prepararse”? Pues bien, suponed que decidís asistir a la salida del Sol, pero el día anterior, o el día precedente al anterior, habéis vivido en medio de pasiones, de querellas, etc. Entonces, evidentemente, no estáis preparados: en la salida del Sol, estaréis absorbidos por los recuerdos de todos estos estados caóticos que habéis vivido, y, por mucho que el Sol esté ahí, presente, y vosotros ante él, no lo sentiréis. Mientras que, si os preparáis el día anterior, o incluso con varios días de antelación, para estar libres, lúcidos y en paz, sabréis lo que es una salida de Sol; nada puede compararse con una salida de Sol, porque en ella reemplazáis las viejas partículas que hay en vosotros por partículas nuevas, vivas.

Los rayo del Sol son pequeños vagones cargados de vituallas que el Sol nos envía cada día, y en estas vituallas hay cosas para comer y beber, pero también hay otras cosas para comprender y transformarse. Si no hacéis nada, si contentáis con estar ahí, somnolientos y estúpidos ante el Sol, dejáis pasar todos estos pequeños vagones, y después gritáis: “¡Tengo hambre!, ¡tengo sed! ¿Quién vendrá a ayudarme?” Pero en estos rayos de Sol había de todo, ¿por qué los habéis dejado pasar sin tomar nada?

Preparaos, pues, a recibir estas bendiciones, y pensad también en aquéllos que las envían, en todos estos espíritus luminosos que nos miran desde arriba, mientras hablan entre ellos. Sí, yo les he oído… ¿Queréis saber lo que cuentan? Están llenos de amor por nosotros, y dicen: “De momento, claro, las cosas todavía no van muy allá. Mirad a fulano y a zutano que están dormitando… Y a aquéllos de más abajo, que están sumergidos en sus viejos recuerdos: cómo se pelearon, o cómo se abrazaron… No se dan cuenta de que nosotros les sonreímos, de que les hacemos regalos. Todavía son niños, pero hay que tener paciencia, porque un día crecerán, un día comprenderán, recibirán nuestra luz, y se convertirán en divinidades.”

¿Veis?, los espíritus celestiales creen que nos convertiremos en divinidades, y, ante esta perspectiva, son felices. Ellos son, por otra parte, los únicos que lo creen. Lo creen porque conocen los planes del Creador, y que en estos planes está previsto que el hombre alcance el esplendor de los más bellos Arcángeles. Sí, pero para eso tiene que empezar por prepararse a mirar el Sol. Es la preparación lo que nunca está a punto. Cuántas veces os lo he dicho: “Pensad en dormiros por la noche con esta idea de que, el día siguiente, veréis al Señor mismo a través del Sol.” Pero no, no os preparáis; os acostáis, os levantáis, vais a ver el Sol, volvéis… pero, como hacéis todo eso automáticamente, no comprendéis nada, no descubrís nada. Después de tanto tiempo de mirar la salida del Sol ya hubierais debido comprender el sentido de la vida, porque él, el Sol, es el único que nos abre los ojos sobre el sentido de la vida.[1]

Si hay un trabajo que valga la pena, es el de aprender a enviar nuestro amor, nuestra luz, para despertar las conciencias y aportar la paz y la unidad al mundo. La mayoría de los humanos se imaginan que no existe nada más grande y más glorioso que su trabajo, que su oficio. Pues bien yo encuentro que nada puede compararse con este oficio, aún desconocido, que nadie sospecha; el de llegar a ser como el Sol, que ilumina a todas las criaturas, las calienta, las vivifica. Sí, tomar el Sol como modelo y, como él, iluminar, calentar, vivificar. Claro que no es tan fácil llegar a ser como el Sol, ni siquiera dentro de varios cientos de años lo conseguiréis. Pero al menos este ideal de llegar a ser como él producirá en vosotros tales transformaciones que, interiormente, es verdad, os convertiréis en un reflejo del Sol, y en vuestra presencia los hombres empezarán a sentirse más luminosos, más cálidos, más vivos.

Existen miles de actividades en el mundo, sobre todo desde hace algunos años que han aparecido tantos nuevos oficios. Pero ninguna actividad iguala a la de trabajar para llegar a ser como el Sol, ninguna otra puede verdaderamente satisfaceros. Mirad, hagáis lo que hagáis, vuestra actividad es algo limitado. Podéis ser químicos, astrónomos, músicos, pintores, abogados, notarios… evidentemente, una parte de vosotros se siente colmada por vuestra actividad, pero ni con vuestra ciencia ni con vuestro arte llegaréis a resolver los demás problemas de la vida, con vuestra mujer, con vuestros hijos, con vuestros amigos, incluso los de vuestra salud.

Todos aquéllos que se acercan conscientemente al Sol con el deseo de llegar a ser como él, acaban realmente aportando la vida, el calor y la luz del Sol. Y los demás, que lo sienten, vienen junto a ellos. ¿Cómo no ir hacia un ser junto al que nos sentimos vivificados, calentados, iluminados? Mientras que evitamos al que es frío, apagado, sin vida, o, si nos vemos obligados a frecuentarlo, nos cerramos a él. Mirad las flores: se cierran durante la noche, mientras que durante el día se abren al Sol. Las flores nos hablan, nos informan sobre muchas cosas. Nos dicen: sólo podéis abrir los corazones y las almas con el amor, la bondad, la dulzura. ¿Pero quién las comprende?

Cada rayo de Sol no es, en realidad, sino un flujo de miles de millones de partículas. Cada una de estas partículas contiene un saber formidable concerniente al Sol y a sus habitantes. Por eso, si sabéis cómo recibirlas, cómo comprenderlas, cómo descifrarlas, os aportarán el saber del Sol, y no sólo su saber, sino también su amor por todas las criaturas, y, finalmente, su vida, su fuerza. Si no recibís casi nada del Sol es porque no basta con mirarlo pensando en otra cosa. Hay que saber lo que son los rayos de Sol, prepararse para recibirlos y tomar lo que aportan; si no, es inútil asistir a la salida del Sol. Si después de una salida de Sol no sentís que comprendéis mejor la creación, que tenéis un mayor amor por la humanidad y una voluntad más fuerte, es que no la habéis hecho bien. Éste es el criterio para saber si la habéis hecho correctamente: sentir  que habéis hecho un trabajo, que habéis desencadenado fuerzas, y que las habéis enviado al espacio, como lo hace el Sol.

Los rayos del Sol pueden dároslo todo, pero, si vosotros no estáis preparados, si no estáis orientados convenientemente para recibir lo que contienen, no obtendréis ningún resultado. Sí, lo repito, los rayos del Sol os lo pueden dar todo, pero sólo si estáis abiertos para recibirlos y  les hacéis sitio, ahí, en alguna parte dentro de vosotros.

¿Y sabéis que yo tengo un medio para progresar, un solo pequeño medio? Cada mañana constato que todavía no he comprendido nada de la grandeza, de la inmensidad de Sol, y eso es lo que me permite avanzar. La peor de las actitudes para la evolución es decirse: “¡Ah!, esto ya es conocido, aquí no hay nada que aprender”, porque, entonces, nos estancamos, nos dormimos, y se acabó. Cada día, al contrario, hay que decirse: “¡Ah!, hoy, por fin, empiezo a comprender. ¡Ayer no había comprendido nada!” Sabiendo que el día siguiente haréis exactamente la misma constatación. Todos creen también que saben lo que es el amor. Conocen apenas los primeros grados, las primeras manifestaciones del amor, ¡y se imaginan conocerlo! Por eso están ahí, estancados, aburridos. El amor tiene millones y millones de grados; cada día hay que recorrer algunos de ellos diciendo: “Dios mío, ayer creía saber lo que es el amor, pero me doy cuenta de que no lo conocía. Ahora es cuando lo conozco.” Y el día siguiente decirse la misma cosa.

Bonfin, 4 de agosto de 1973

Imágenes de la Yurta en el el camping de Artaza donde llevaremos adelante los círculos de palabra. (www.aldatu.eu)
Atentos a la salida del Sol